jueves, 4 de octubre de 2012

De las 6 cosas por las que mi infancia fue violentamente feliz


Cuando envejeces y ves crecer nuevas generaciones quisieras volver a esas épocas en donde tú única preocupación era esperar que tus amigos  timbraran en tu casa y le preguntaran en coro a tu mamá,  ¿será qué puede salirrrrrr?

 Y es que,  mi generación era de esas en la que nos reuníamos los de la cuadra y sacábamos nuestro arsenal de juguetes retro, desde los más inocentes como; La pirinola, el yoyo, el trompo,  el tiki taka, el yermis,  la coca machuca dedos etc, hasta otros menos inofensivos como; La cauchera con la que se cogía a piedra todo lo que se moviera, la bodoquera que en el salón de clase era un esfero Bic sin mina, con el que se hacían terribles guerras de papelitos segregados con saliva,  y ¿qué decir del rejo quemado?, el popular juego en el que se escondía un cinturón o en el peor de los casos un pedazo de cable, hasta que el que lo encontraba salía azotando sin piedad a todo aquel que se le cruzara por el camino.
Para las niñas más sensibles como yo jaja, el preferido era el famoso espiral colorido, que de hecho aún veo, y como no acordarme del para siempre popular lazo y el infaltable caucho con el que se jugaba al chicle chicle americano, me meto, me abro, me cierro y me salgo.

Recuerdo cuando se jugaba al tin tin corre corre, a esconderle la maleta  al compañero de clase,  o incluso hasta quitarle los zapatos, llevárselos o tirarlos a un árbol o a un cable de luz amarrados para que se quedaran colgando?

Precisamente esta imagen, hizo que remembrara todas aquellas cosas y analizara que venimos de una divertida generación cruel.  A continuación el top 6 de mi recreada infancia desalmada y violenta.   


1.      Qué niña no chocaba sus manos al ritmo de me su..., me su… me subo a la cama, tiro la maleta, rompo una botella, mi mamá me pega, yo le pego a ella, subo al quinto piso toco un tocadiscos que dice así: Michael Jackson… En algunos casos el buen hombre blanco terminaba hasta en la cama empeloto con Madonna. ¿Qué tal esto de pegarle a la mamá en un jueguito infantil?, jaja lo mejor era que era tan sonoro que todas chocábamos las manos y entre más rápido mejor.

2.      En mi época ¡qué quiero paz, quiero amor!, ni que nada, eso era el triki triki halloween quiero dulces para mí y si no me dan rompo un vidrio o su nariz,  recuerdo que en esa época recibía diez veces más dulces y recorríamos todo el barrio con mis hermanos ¡ah épocas!


3.      Las piñatas sí que eran divertidas, uno cogía ese palo de la escoba y  tal cual chavo le metía su palazo a más de uno, ahora es diferente, pues un adulto aburridor  tira de una cuerdita y ya cae todo el relleno, si mucho el furor es cuando todos se lanzan a coger su parte, pero antes sí que era peligroso un niño en 20 mts cuadrados rodeado de 20 niños más, con los ojos vendados y dando palazos por doquier.

4.      Un niño normal, exhibía en sus rodillas inmensas costras, raspaduras y moretones, se enseñaban con orgullo pues eran sinónimo de lucha, de juego, de diversión, en esas épocas que casco para montar bici, ni que rodilleras para jugar futbol, eso era a cuero limpio ¡carajo!


5.      Cuando cumples años ahora, todos te escriben en el “face”, en esa época todo el salón te reventaba la cubeta de huevos en la cabeza al salir de clase o en el recreo, lo bonito era que las niñas siempre te llevaban shampoo y una credencial con la infaltable letra timoteo que decía: Feliz cumpleaños, eres una nota nunca cambies.
6.      Bueno y pues gracias al cielo prohibieron la pólvora por su peligrosidad, pero ¿quién no se divirtió en navidad al son del estruendo de los voladores, pitos, totes, mechas y mosquitos?, como diría mi papá; Eso todo el mundo era feliz boleando esponjilla a la lata en las calles, quemando chispitas, pisoteando totes en la acera.  Mi mamá me decía “ usted no coja esos voladores que es peligroso deje a su hermano, mamita usted prenda las chispitas, o una esponjilla” ¿ Acaso las chispitas y las esponjillas no eran peligrosas?

Por estas y muchas razones más es que extraño mi cruel y divertida infancia.