
Extraño la época del betamax, el vhs, el acetato y el tornamesa, extraño desenrollar la cinta del casete, atascada en la grabadora y
ponerle papelitos para poder grabar encima, extraño mi colección de
diskettes trabados y llenos de virus, mi primer tetris, el 2600, el
Family, el Nintendo, hasta el Súper Nintendo.
También extraño mi maleta ABC, mis forros rojos, mis
cuadernos hoja amarilla, mi libro de matemáticas Canicas, mi esfero Kilométrico
de tapa mordida, mis medias de colegio blancas con líneas negras del mugre, extraño el efecto aniquilador del Cruz azul y el Gamabeceno
en mi cabeza, también extraño tinturarme
el pelo de mil colores con papel crepe...
Recuerdo desde los Thundercats,
el Capitán Planeta, los Magníficos, el Auto Fantástico, MacGyver, los Power Rangers, el capitán Cavernícola,
Dinosaurios, Bettlejuice, la Familia Monster, Nubeluz, los Ositos Cariñositos, Oki Doki,
Te Quiero Pecas, Salvados por la campana, Full house, Step by step, y un sin número de series que hicieron de mi
infancia algo memorable, por favor no soslayemos Padres e hijos, Dejémonos de
vainas, Don chinche, la Brújula mágica, Por qué mataron a Betty si era tan
buena muchacha, Alcanzar
una estrella, entre otras… Bueno pero aclaro que no extraño Padres e hijos.
Por eso, hoy brindo
con los que fueron felices caminando por el barrio estirando la mano y pasando
los dedos por todas las rejas de la cuadra, con los que amenizaron sus novenas navideñas
al son de unas panderetas creadas con tapas de gaseosa, con quienes esperaron
por años la muerte de Cell en Dragon Ball Z, o la llegada de Oliver Atom al
arco contrario, con quienes recargaban
su lonchera con un jugo del Piti con Chocoramo y un huevo cocinado.
Brindo con los que ahorramos para comprar nuestro primer walkman, con los que regrabábamos casetes
de nuestros padres de esos que daban de Dalhom en navidad, Un brindis con los que recuerdan a los New kids on the block y con quienes todavía en su biblioteca conservan una ejemplar y hermosa enciclopedia
“El mundo de los niños”.